Bertoni nos da una mano Yo, hasta no hace mucho, me había quedado con la imagen de que la poesía era algo lindo pero abstracto, que mientras más palabras difíciles se usan mejor el poema, y con la idea de ese romanticismo cursi de un joven cantándole a una flor mientras se acuerda de su amada. La poesía era eso y mucho más. Llegó a mis manos el libro Jóvenes buenas mozas y descubrí que la poesía también puede ser algo tan mundano como seguir a una escolar por varias cuadras con el único fin de mirarle su lindo culo. Gocé como niño con ese libro y empecé a averiguar más sobre Bertoni, el autor. Descubrí que era un artista multifacético, músico y fotógrafo son, a lo menos, otras de las disciplinas que ha cultivado. También tiene una colección de zapatos abandonados por el mar. En resumen, Bertoni es un digno personaje de un cuento de Cortázar. Busqué más libros de él y me encontré con Ni yo. Leí sus poemas con el mismo placer que sentía cuando chico al comerme una manzana confitada. Pero dentro de este libro encontré una manzana confitada extremadamente deliciosa. Para una joven amiga que intentó quitarse la vida, se titula el poema. Y es un homenaje al cariño, al amor, a la amistad. No he leído mucha poesía, es cierto, pero deben ser los versos más tiernos de la literatura chilena: me gustaría ser un nido si fueras un pajarito / me gustaría ser una bufanda si fueras un cuello y tuvieras frío… Así empieza Bertoni su carta, porque originalmente este poema fue una carta que él escribió y mandó a una amiga que había intentado suicidarse. Es uno de esos poemas que uno puede tomar prestado y regalárselo a la mujer de sus sueños, pero ojo, es un arma de doble filo, y su uso debiera estar regulado por algún organismo fiscal. El ladrón de versos debe estar muy seguro de lo que hace, debe estar preparado para la reacción que puede provocar este poema. La chica se puede enamorar, sin duda, y puede hacerlo hasta las patas, por lo que si no se está seguro del propio amor hacia esa mujer, mejor no mandarlo. y si yo fuera sal / tú serías una lechuga / una palta o al menos un huevo frito… Espero que este escrito no lo este leyendo ningún conquistador de pacotilla. Sería como pasarle una navaja a un mono. Y si aún creen que estoy exagerando, lean estos últimos versos con los que termina el poema: y si tú fueras un árbol / yo sería tu sabia y correría / por tus brazos como sangre / y si yo fuera sangre / viviría en tu corazónGracias Bertoni por favor concedido, dirá más de alguien en un futuro próximo, con la cabeza de una mujer reposando en su torso desnudo. |
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