Best Seller bajo el sol (y bajo lupa también) El verano se ha transformado en la época del año favorita para que muchas personas se transformen, al menos por un par de semanas, en lectores. La razón es simple: las vacaciones permiten tener tiempo para hojear con tranquilidad algún texto. Estos “lectores temporales” generalmente van, supuestamente, a la segura. Se apean de libros probados, que ya han sido leídos por muchas personas, o que prometen serlo. Ahí aparecen los famosos y vilipendiados best seller a la palestra. Las editoriales, por su parte, dedican grandes esfuerzos en posicionar “el libro del momento”, aquel que hará más entretenidas las merecidas vacaciones. Un libro se puede denominar best seller cuando cumple con alguna de estas dos condiciones: O se vende mucho; o responde, tanto en su estructura con en los temas a tocar, a cierta fórmula que de alguna manera asegura la posterior súper venta. Es por esta última condición que se da la paradoja de que muchos libros incluso antes de vender un solo texto, ya son llamados best seller. Pero, ojo, en el mundo de los súper ventas hay de todo. Libros buenos y otros tantos malísimos. Si bien la etiqueta de best seller sigue molestando a todo autor que se considere de respeto, ya no es tan grave la situación. ¿Qué diferencia un best seller de otro? Hay libros que desde siempre fueron concebidos de esa forma, pensados en transformarse en la última novedad. Ahí está, por ejemplo, El Afgano de Frederick Forsyth, que toca el tema del terrorismo islámico y la guerra en Irak; o Malinche de Laura Esquivel, texto que fue escrito por encargo y en donde se podía aventurar que muchas mujeres (el sexo femenino es el más lector) correrían a las librerías para empaparse de la sufrida vida de Malinalli, la amante del conquistador Cortés. También existen fórmulas que funcionan un par de veces y que, por lo mismo, se repiten hasta el hartazgo. Miles son los subproductos que han aparecido luego de El Código Da Vinci: Algo de historia universal, varias cucharadas de religión y una pizca de intriga (y poco sexo para que la adaptación al cine pueda ser calificada para todo espectador). Además, abundan los escritores que quedan empantanados en algún estilo debido a lo éxitoso de sus libros anteriores. Ser un autor súper venta puede considerarse, en esos casos, una amarra creativa. ¿Se imaginan a Coello escribir algo distinto a la supuesta busca del sentido místico de la vida? Obviamente no. Otros dirán que simplemente no le da el ancho para escribir algo distinto, pero eso es harina de otro costal. John Grisham se ha envalentonado sólo un par de veces y ha contado historias sin abogados de por medio, aunque nunca ha abandonado del todo el llamado estilo thriller; el resultado de tal aventura ha sido dispar. En lo personal me gustaría ver a Rivera Letelier escribir sin tantos adjetivos, pero él ha declarado que escribe así y que morirá haciéndolo de esa forma. El fantasista fue uno de los libros más vendidos del 2006. Qué se le puede decir ante eso. Pero también existen esos textos que simplemente se escribieron. Y, bueno, luego algo de él enganchó, o alguna circunstancia del momento lo hizo interesante para otro lector, y la ola creció y creció. Travesuras de una niña mala fue uno de los libros más vendidos el año 2006. También lo fue El Quijote de la Mancha. Nadie va a acusar a Cervantes o a Vargas Llosa de ser unos herejes literarios por ello. La catedral del mar, una novela que podría interesarle sólo a los catalanes, fue la sorpresa del año pasado. Afortunadamente es un gran libro y si bien es vendido bajo la etiqueta de novela histórica, derrocha literatura. Ahora último se está vendiendo mucho un texto de gran factura, El abanico de seda, de Lisa See; bien por sus lectores. Por otra parte, debido al premio Nobel otorgado a Pamuk (y no por otra cosa, no seamos ingenuos) sus libros Nieve, Me llamo Rojo y Estambul, desaparecen de las estanterías con facilidad. La distancia literaria entre estos libros y La bruja de Portobello, por ejemplo, es abismante. En términos de venta esa diferencia no es igual, más bien favorece a Coello. Plata para la editorial, plata para el autor. El sistema sigue funcionando. Existe una última categoría, la peor para el ego de cualquier escritor. Libros concebidos claramente para convertirse en best seller, que son anunciados como tal, en donde millones de pesos son invertidos en publicidad, las vitrinas casi revientan con estos textos y el libro simplemente no se vende como se esperaba. En Chile existen, por parte baja, dos casos recientes: El número Kaifman y La Séptima M. Libros reseñados hasta el infinito tanto en la prensa escrita como en cientos de bloggers. ¿Acaso ya no interesan los nazis en Chile?, ¿o ya nos hemos olvidado de Los archivos secretos X? Como se ve, nada asegura en un cien por ciento la súper venta. Escribir, por suerte, sigue siendo un riesgo. HARRY POTTER Y EL MISTERIO DEL PRÍNCIPE MESTIZO, J. K. ROWLING La saga continúa y la diversión también. Rowling, para pesar de muchos, no sólo ha construido su propia gallina de huevos de oro, también escribe bien. Una historia donde se combina perfectamente lo fantástico y los típicos sentimientos adolescentes. Recomendable para jóvenes de toda edad. INÉS DEL ALMA MÍA, ISABEL ALLENDE La ligera y algo tibia pluma de Allende nos relata la vida de Inés de Suárez. Obviamente la autora no eligió a cualquier mujer. Debía ser combativa y con cierta presencia histórica. Las mujeres chilenas, como se puede leer, han sido sufridas desde siempre. La prosa, vale la pena decirlo, envuelve. Si usted es mujer y es seguidora de la autora, corra a comprar el libro. TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA, MARIO VARGAS LLOSA No estamos frente al Varguitas de sus cinco primeros libros, pero Vargas Llosa es incapaz de escribir un libro malo. Aquí nos pasea por la risa y por el llanto a través de un periplo por distintas ciudades del mundo. Tome esto es cuenta: Leer a Vargas Llosa ayuda a sopesar de mejor forma a los demás autores. PASIONES GRIEGAS, ROBERTO AMPUERO Ampuero definitivamente engaña. Al leer sus columnas de opinión, independiente de que si se está de acuerdo o no con él, uno se convence de que debe ser un gran escritor de ficción. Una historia llena de clichés y atiborrada de datos “cultos”. Opte por sus libros policiales. EL FANTASISTA, HERNÁN RIVERA LETELIER El autor más entretenido de nuestro país nos relata la historia de un hombre que sobrevive gracias a su talento con el balón. La Pampa vuelve a ser protagonista y eso se nota: Rivera Letelier chapotea como chancho en el barro contándonos historias con el desierto como telón de fondo. Altamente recomendable para gente que necesita reír a carcajadas y para los amantes del buen fútbol. LA SÉPTIMA M, FRANCISCA DEL SOLAR Supuestos suicidios, misterios varios y un curioso trío investigador son algunos de los elementos de un texto que nunca logra despegar. Los personajes son meras caricaturas, la prosa es rígida en extremo y en cada página uno se dice: esto ya lo vi. Sólo si usted tiene la colección completa en DVDs de Los archivos secretos X, puede ir con algo de confianza a adquirir este libro. EL NÚMERO KAIMAN, FRANCISCO ORTEGA El nazismo ha llegado a Chile y con ello la corrupción, la violencia, el tráfico de influencias y todas las pestes que pueda engendrar la sociedad. Un libro demasiado maqueteado, donde los personajes no fluyen, actúan. Si gusta de historias de nazis en Chile, prefiera Patagonia de Sergio Gómez, un libro con menos páginas, pero con más literatura. DON QUIJOTE DE LA MANCHA, MIGUEL DE CERVANTES Una obra maestra, inspiradora hasta el día de hoy. Siempre van a existir molinos de viento por derribar. Recomendable para todo ser humano que sepa leer; y si no sabe leer, debe aprender sólo para apreciar este texto. LA FORTALEZA DIGITAL, DAN BROWN A Brown le encantan los códigos, y en esta novela aparece un increíble computador capaz de descifrar cualquier código, pero un día esta máquina falla y la humanidad queda expuesta a lo peor. Aquí la religión es cambiada por el culto a las matemáticas. Lo demás es igual a todas sus novelas. No apta para mayores de cinco años. EL AFGANO, FREDERICK FORSYTH Más que una novela, este texto parece un panfleto donde se despotrica contra el terrorismo islámico y cualquier cosa que atente en contra de la “libertad”. La historia es tan ingenua que da vergüenza siquiera hablar de ella. Si es fan de George Bush puede llegar a gustarle este libro. EL ABANICO DE SEDA, LISA SEE La sola narración de los detalles de cómo se le vendaban los pies a las niñas chinas y sus dolorosas consecuencias, siendo en algunos casos hasta fatales, hacen olvidar el costo del libro. Una prosa delicada y punzante. Llena de sutiles metáforas. Quizás fue escrito pensando en las mujeres. Da lo mismo. La buena literatura es unisex. LA CATEDRAL DEL MAR Con más novelas como ésta, el trabajo de los profesores de historia se haría más liviano, por lo menos en lo que respecta a la parte motivacional. Es imposible no emocionarse con la trágica vida de Bernat y su hijo Arnau. Paralelamente vemos cómo se construye La Catedral de Barcelona. Un relato ambientado en siglo XIV donde se dibuja magistralmente el ambiente de esa época. No dude en llevarlo a la playa. Ni siquiera se lanzará al agua. EL INOCENTE, JOHN GRISHAM Grisham tiene una gracia que ya muchos “autores de respeto” quisieran. Hace que el lector entre lentamente en la historia a través de precisas descripciones físicas del lugar y de los personajes. Basado en una historia real, el autor se toma su tiempo para relatarnos la vida de un hombre condenado a muerte y que a cinco días de su ejecución, y luego de haber permanecido en la cárcel durante doce años, sus abogados logran demostrar que no era culpable. Recomendable para adictos a la entretención. |
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