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martes, septiembre 13, 2005
  Escribir sin utopías

Resulta muy difícil hablar de la lucha por reivindicaciones colectivas de los más humildes sin el peligro de que te califiquen de retrógrado. Esto en parte sucede porque estamos regidos por un modelo económico que pretende ser igual para todo el mundo y aquél que se sale de ese camino está liquidado. Tampoco es recomendable tipear la palabra dictadura con mucha soltura. Miremos al frente y hacia arriba, nos dicen. Entonces, esto también se transmite al ámbito cultural. Ha habido una especie de adormecimiento en cuanto a tratar ciertos temas con una connotación social, temas que tengan algún rasgo evocativo de protesta o algo por el estilo.
Se sabe que el tema de la desigualdad es el talón de Aquiles del modelo económico imperante, por eso creo que deberían surgir voces literarias más arriesgadas en cuanto al tema. En lo particular, pienso que la literatura debiera ser comprometida sobre todo en cuanto a lo social. No me interesa quien escribe solamente para entretener, aunque no niego que entretener sea un objetivo súper legítimo (yo mismo tengo más de un par de relatos enfocados únicamente a ese fin), pero, como proyecto de mayor alcance en cuanto a una obra literaria, me interesa marcar ciertas cosas sociales.
Hablar del tema de la población y sus pobladores sin caer en lo panfletario –y en la caricatura– no es fácil. Personalmente hablo de este tema porque es algo que conozco, es la realidad que me tocó vivir por mucho tiempo. Pero también se trata de rescatar un poco lo que es el Chile mayoritario. O sea, en cualquiera de nuestras ciudades más del ochenta por ciento de la gente vive en poblaciones. El otro porcentaje de la gente es la que vive en condominios, villas y unos pocos en sectores como la Dehesa o Lo Curro. Pero este Chile mayoritario, donde se activa la gran mayoría de nuestras costumbres y nuestra identidad nacional, por lo general no aparece en nuestra literatura actual. ¿Y por qué pasa esto? Porque la gente que lee novelas o cuentos, por lo general, no pertenece a ese grupo mayoritario. Las personas que leen son la que pueden gastar ocho mil pesos en un libro, y estas personas poseen un nivel socio-económico medio o alto.
Si partimos de la premisa de que uno lee ficción para identificarse, a esta gente, entonces, le interesa leer relatos, por ejemplo, sobre una señora que tiene problemas porque su marido es infiel y que se va a Miami a hacer unas compras para salir de la depresión. Es casi un círculo vicioso. Tampoco hay problema que se escriba sobre ese mundo, pero está muy cargada la mano para ese lado.
Otro aspecto a destacar es también lo mucho que los escritores escriben sobre otros escritores o pintores o fotógrafos. La metacultura no es negativa, pero hay un Chile real, por llamarlo de alguna forma, que cuando aparece en algunos de estos medios de expresión cultural, como el cine o la literatura, sus personajes finalmente resultan estereotipados, pues existe, por parte de los artistas, un desconocimiento de lo que realmente pasa en ese Chile real.
Hay varios autores norteamericanos que a mí me gustan mucho, los cuales si bien no vienen de sectores muy populares, se atreven a escribir sobre cosas cotidianas, del antihéroe urbano: un mesero, un taxista… Raymond Carver, por ejemplo, en muchos de sus textos capta con maestría las vicisitudes de la vida de un matrimonio de clase media común y corriente. En Chile se echa de menos eso. Tampoco le vamos a pedir a Enrique Lafourcade que escriba un relato sobre un sujeto de la población La Legua, y en primera persona.
Se supone que la literatura chilena en los noventa explotó. Quizás hubiese sido mejor una implosión, cosa que a los autores no les diera miedo hablar de los chilenos como nación, como país, como ciudadanos de este pedazo de tierra. Tal vez no existía suficiente perspectiva temporal para escribir con decisión sobre la dictadura, tema del que, a quince años de su término, se ha escrito muy poco. Cada cierto tiempo se levantan constantemente algunas voces para reclamar sobre la inutilidad de seguir hablando sobre acontecimientos que sucedieron hace más de una década y media. Bueno, una forma de responder a estos reclamos es decir que en España aún se publican buenas novelas que hablan de la Guerra Civil. Por otro lado, la cultura norteamericana está llena de hechos que pasaron en la segunda guerra mundial y en Vietnam.
Nosotros, literariamente hablando, todavía no hemos cerrado las heridas de nuestro pasado ni hemos hecho eco suficiente con las penurias que vive a diario nuestra gente. Espero que los nuevos autores tomemos este desafío.
 
Comentarios:
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Roberto,

nunca te creí capaz de silenciarme,


decepcionada,

Vero.
 
Roberto,

Necesito una frase tuya para mi catálogo (exposición individual de octubre) Te envío un cuadro por mail y escribes lo que se te ocurra,

abrazos

María Jesús
 
En las guerras litiolaministicas de Titan se levantaron grandes bandos, se encontraron en Jupiter arrazando todo entre ellos, erradicando cuanta vida pudiesen. De estos pocos sobrevivieron, pero no por mas de un tiempo, la desgracia de las armas introcorporales los aniquilaron muy pronto... incluso a sus descendencias. Esto ocurrio en un tiempo demasiado lejano para lo que hoy es esta luna viviente. Hoy se escriben las grandes hazañas, despues de miles de años. Los tratados se mantienen y las razones en comun, que es la politica de esta parte de le universo, versa con las decisiones mas correctas en beneficios de todos los seres vivientes. Asi el tiempo es el tiempo y las decisiones al tiempo.

Livia (Insipida Inocua historia de la Razon)
 
Hola:
Aunk no lo creas soy un ser humano promedio (sera la palabra?) 21 años(y la peinso, zaaaa....)
Bueno escribia para felicitarte, la verdad nunk te he leido pero te escucho en la rockandpop, en fin

solo keria haber si me recomiendo un libro (me imagino k sera uno tuyo)
te cuento k me gusta eso cuentos onda, entre lo morbo y lo normal...
ej:sobredosis, cuentos eva luna. muy diveso?
ya pu gracias
y sorry por kitarte esto minutos para responderme
 
Lo sé, te averguenzas de mí...

chao no más,


Vero
 
Roberto: Si tú escribes un libro relatando "los problemas reales de la gente" sería un principio... un buen principio para dejar de consumir libros tipo "Kike morandé"... Saludos, Zarina
 
creo que ya he escrito tres de ese tipo de libros: Está mala la cosa afuera (Cuarto propio, 2002), Algo más que esto (Alfaguara, 2004) y Todas íbamos a ser putas (Alfaguara, 2005). Saludos.
 
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